Yo no invento historias, la realidad es suficientemente increible
La Barceloneta, 2000
copyright Felix Achenbach
La Barceloneta, 2000
copyright Felix Achenbach
La brisa del ocaso…ummm que sensual se percibe,
acariciando la piel. El cabello se reacomoda a su gusto pero yo sólo estoy
atento a las sugerencias de un menú: corvina a la vasca...una buena opción.
Camino unas
cuadras por la Barceloneta con el mar a mi derecha que suena con explosiones de
agua negra y espuma. Mi objetivo de la noche es encontrar donde comer. Dura
selección entre los restaurantes que se codean sobre la avenida.
¡Cuántas opciones
y un solo estómago! Sigo
caminando, entre curioso y hambriento, leyendo la interminable oferta
de delicias marinas.
Creo que ya vi bastante y me regreso por donde vine,
ahora con el mar a la izquierda y tratando aún de decidir mientras disfruto la
caminata.
Como siempre, pienso que esa noche ya hay en algún lugar una mesa que me está esperando y un
pescado que todavía no sabe que su destino será mi estomago...y sigo.
La brisa se envalentona y produce pequeñas ráfagas que
traen retazos de música lejana de algunas embarcaciones camino a la diversión.
Es como escuchar una radio que constantemente cambia de estación.
Voy a cruzar una calle, pero a último momento tuerzo a
la derecha. Una cuadra muy corta con un restaurant en la esquina.
En la ochava, dos ventanas con media cortina blanca
bordada que parcialmente cubre el interior con iluminación suave y una puerta
al centro también con vidrios y cortina y un menú incitante pegado al vidrio.
Mientras leo a la media luz de la calle un gato negro
pasa corriendo el albur de un ratón imaginado y veo a una mujer cruzando la
calle y persignándose por haber visto también al gato. Pasa a mi lado y como si
me conociera dice: gato negro, majo, algo malo pasa esta noche! y se persigna
otra vez y yo le respondo: ¿Que malo puede pasar en una noche tan hermosa?,
¡Mujer!
Volví mi atención al menú, una pareja salió del
restaurant y me aparte para dejarlos pasar mientras un aroma a mar y ajos me
ayudo a decidir que allí seria donde la mesa me estaba esperando.
Tome la manija de la puerta para entrar y en ese
momento una luz intensa y movediza(link) se reflejó en los vidrios.
Me di vuelta a mirar y vi unas llamaradas enormes que
luego de haber hecho explotar los vidrios de las ventanas laterales lengüeteaban
las paredes de un edificio en la vereda de enfrente.
Segundo piso de cinco de un edificio antiguo con
balcones a la calle. De golpe el fuego enfureció ayudado por la
brisa apareció por las ventanas del frente tratando de alcanzar el piso de
arriba.
En el balcón unas plantas en maceta, una bicicleta y
alguna ropa colgada que rápidamente se encendió volando y desapareciendo en la
noche como murciélagos en llamas.
Varias personas gritando se juntaron en la calle y
alguien llamó a los bomberos que llegaron muy rápido. O a mí me pareció.
Impávido en mi estado de incredulidad por lo que estaba sucediendo.
Las llamas enfurecidas salían hacia el balcón y
alguien grito: la ampolleta...la ampolleta...va a explotar...
¿Que coños es una ampolleta? Entonces vi que en el
balcón había lo que yo conozco como una garrafa de gas esperando que llegara el
calor intenso para subir la presión y estallar. ¿Pero que más daño iba a hacer? El piso estaba en llamas y el
calor se sentía desde la vereda de enfrente. Las plantas ya eran troncos
carbonizados. Sin anunciarse los chorros de agua de los bomberos comenzaron el
ataque.
Algunos de ellos entraron al edificio acarreando mangueras
salvajemente enredadas para luchar contra el demonio desde adentro y ayudar a
los que escapaban.
La noche se transformó en un caos, la
brisa desparramaba el humo negro y nos hacía toser. Un camión de la policía se
estaciono sobre la vereda del restaurant y yo quede allí en el medio de la
hecatombe, todavía incrédulo, presenciando lo que más me aterroriza: un fuego
devastador.
Las llamas bajaron su intensidad. El trabajo de los
bomberos desde afuera y desde adentro estaba conteniendo el desastre.
Un nuevo aullido parecido a la sirena de bomberos me
quitó la atención del siniestro y la enfoco en una mujer que corría desesperada
en nuestra dirección.
Era una gitana, de tez oscura, ojos negros que reflejaban
las llamas que aún se resistían, cabello negro amarrado y con un pie descalzo
que corría y gritaba: ¡Mis niños... mis
niños...!
Uno de los policías la sostuvo y mientras ella
completamente fuera de si luchaba por correr hacia el edificio y aullaba y
lloraba y decía que se había ido a buscar unas patatas y dejo los niños jugando
y que ella vivía en ese piso en el departamento de atrás... ¡Ay mis niños...
mis niños...!
Uno de los bomberos tiznado y sudoroso se arrimó y le
dijo que se calmara. ¿Como te llamas?
Purificación, respondió ella entre sollozos, pero me dicen Puri.
Puri, yo soy de los que subió al piso y vi a los
niños. ¡Cálmate maja!
Entre el bombero y el policía la subieron al camión,
le dieron agua, trataron de tranquilizarla. Del restaurant le trajeron un vaso
de coñac y la dejaron sola, sudorosa y sollozando.
Bajaron ambos del camión, cerraron la puerta y como
estaban muy cerca de mí puede escuchar el intercambio.
- ¿De veras tu viste a los niños? Pregunto el policía.
- Si, respondió el bombero, son tres y estaban bajo la
cama. Muertos por asfixia. Yo regreso a mi camión, tú se lo dices.
El gato negro esta vez paso por mi mente y decidí alejarme de la escena. Fuí buscando salir
entre el gentío que hablaba en la voz baja de la conmiseración.
En esa calma me alcanzó un sonido que comenzó como una
sirena de ambulancia se desdoblo convirtiéndose en aullidos de animal herido,
en gruñidos incrédulos, en la voz de una mujer que entre gritos y gemidos
gritaba: ¡Mis niños... mis niños...!
Fuerte.
ResponderBorrarcomo la vida...aunque tambien dicen que la vida es corta...pero gruesa...
ResponderBorrarme encantó!!! es como si hubiera estado compartiendo cada momento con el protagonista, pero la pobre Puri me partió el corazón!!Felicitaciones nuevamente !!!!!
ResponderBorrarImpactante, Félix
ResponderBorrarGracias Mario. Ese es un recuerdo que me acosa.
ResponderBorrarEn esta era pandemica tal vez tengas mas tiempo para leer. Te invito, hay historias interesantes.
Hasta pronto!